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San Andrés: el mar de los siete colores

  • Foto del escritor: Sprezzatura
    Sprezzatura
  • 7 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 16 mar 2018

¡Finalmente! Después de una semana, puedo volver a escribir en el blog. El 25 de febrero me embarqué a uno de los viajes más emocionantes que he tenido: la isla de San Andrés y Providencia. Además, este es mi segundo viaje internacional viajando sola, lo cual lo hizo mil veces más emocionante. Debo confesar que en un principio no estaba muy segura de si era o no buena idea irme a este viaje. Me iba a quedar en un hostal turístico con mi prima y sus amigas y no estaba muy convencida de la seguridad del lugar. Sin embargo, el lugar en donde nos quedamos por tres días, la Posada Turística Miss Geidy, resultó ser un muy buen lugar: cómodo, barato, limpio y práctico.



Los tours que hicimos los contratamos al momento y nos salieron a un muy buen precio. El primer día fuimos muy temprano al malecón y conseguimos un tour bastante completo que incluía el islote Johnny Cay, los manglares y el acuario, donde podías tocar una mantarraya y nadar con los peces. A Johnny Cay el trayecto se hacía en lancha y duraba aprox. media hora. Al llegar, realmente quedé sorprendida. ¡Nunca en mi vida había visto un mar con tantas tonalidades de celeste! La isla es preciosa, justo como la de las películas pero con mucha más gente jaja. Ahí hay un área designada para los bañistas ya que no todas las partes de la isla son aptas para bañarse.


No obstante, el día que fuimos el mar estaba un poco agitado, por lo que optamos por darle la vuelta a la isla y encontramos el mejor spot, donde no hay mucha gente, el agua es más cristalina y calma. Por eso, es recomendable dar la vuelta a la isla porque hay zonas mucho mejores que la designada. Es seguro porque hay rocas separando el mar de la arena que hacen que se forme una piscina natural.

La siguiente parada fue el acuario, el cual consistía en pequeños pedazos de arena y mucha agua, formándose piscinas naturales. ¿Y lo mejor de todo? ¡Se podía nada con peces y mantarrayas! Fue lo mejor de todo. Eso sí, es muy recomendable que antes de hacer este tour se compren unos aquashoes y alquilen un equipo de snorkeling ya que van a haber muchas piedras en el mar que pueden resultar una incomodidad y peces para ver en el acuario.


El segundo día decidimos alquilar un carrito de golf para recorrer la isla. Este día me pareció el mejor de todos porque pudimos ir a los lugares que queríamos sin prisa alguna y solo pagamos por el carrito. En el camino paramos en San Luis, donde encontramos una de las playas más bonitas de la isla. Realmente nunca en mi vida he visto algo tan hermoso y paradisiaco. Además, como no había gente en ese lado de la isla, pudimos disfrutar de una mañana completamente relajante. Luego de estar un rato tirados como malaguas, seguimos nuestro camino hasta un lugar turístico que se llama West View, en el lado oeste de la isla. Ahí se encuentra un acantilado con una piscina natural y un trampolín para divertirse. ¡También pudimos nadar con los peces y sacar fotos increíbles!


Anécdota divertida: una vez que ya habíamos recorrido la isla quisimos volver a la playa de San Luis y justo cuando yo iba manejando el carrito se nos vino la lluvia encima y casi chocamos jaja.


De regreso al centro nos tomamos con esta playa preciosa, súper tranquila, llamada Rocky Cay. El agua estaba tibia y el sol se estaba poniendo, así que tuvimos un lugar increíble donde ver el sunset.




Por último, el tercer día decidimos alquilar bicicletas para volver a Rocky Cay (mala idea). Por razones del destino y falta de orientación terminamos dando la vuelta a TODA la isla (mala idea, otra vez.) Fuera de lo desafortunado que fue recorrer toda la isla en bici, el calor que hacía y los múltiples moretones que me hice porque mis piernas eran demasiado chicas para la bicicleta, fue un buen día.


En conclusión, lo que aprendí de este viaje fue a dejar de tener miedo. Al menos un poco. Tenía miedo de saltar del trampolín, de manejar el carrito de golf, a ir sola a un viaje sin ningún tipo de garantía, a manejar una bicicleta por toda la isla. Pero lo superé. Y realmente fue el mejor viaje de la vida. Y no me arrepiento de nada. Así que un consejo: puede que le tengan miedo a muchas cosas porque creen que todo va a salir mal y sí, puede que salgan mal, pero no hay mejor sentimiento que el que sientes cuando todo sale bien y lo intentaste.


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